Pendientes y Piratas
Durante la Edad de Oro de la piratería, muchos de los viajes que emprendían corsarios y piratas, animados por hacerse con buques con sus bodegas cargadas de oro, plata y piedras preciosas, entrañaban serias dificultades. En especial las rutas que pasaban por el cabo de Hornos, situado en el cabo más meridional de la isla de Hornos y del archipiélago de Tierra del Fuego, en la zona austral de Chile, conocido en aquella época como el cabo de las Tormentas.
Drake, en 1578, fue el primero en pasar la travesía con éxito. Aquellas aguas en torno al Cabo eran particularmente peligrosas, debido a sus fuertes vientos y oleaje, la presencia de icebergs, y una espesa bruma cuando las tempestades calmaban, convertían a aquel cabo en un lugar impracticable, incluso para los más experimentados navegantes, quiénes muchas veces naufragaban a pesar de su pericia.
Los afortunados que lograban cruzar vivos por aquel infierno, colgaban en una de las orejas un pendiente en forma de aro, como símbolo de suerte para recordar de por vida la hazaña que con orgullo podían contar.